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Al borde del abismo

Publicado en Cosmotales .
Léelo completo en su sitio: https://cosmotales.co/2019/04/11/al-borde-del-abismo/

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Tres años después de la detección de ondas gravitacionales producto de dos agujeros negros que se fusionaron hace 1400 millones de años, el mundo se vuelve a sorprender, esta vez con la primera imagen de un agujero negro. La primera detección, en el año 2016, fue una confirmación del efecto que tienen los  agujeros negros sobre el espacio a través de las deformaciones que generan en el, al moverse aceleradamente, las llamadas ondas gravitacionales. La de ahora es la vivida imagen de los efectos de esa deformación del espacio producida por la enorme masa del agujero negro, sobre la luz que logra escapar del abismo, es decir de la atracción ejercida por el agujero.

La sorpresa no es para menos, desde hace casi 250 años estamos pensando en estos misteriosos objetos, teorizando sobre su forma, sus efectos y, en épocas más recientes, soñando con poder fotografiarlos.

Grandes científicos han investigado los posibles efectos que tienen los agujeros negros. En particular Albert Einstein, el gran genio de la física del siglo XX, lo hizo al predecir con su Teoría General de la Relatividad lo que le sucedería al espacio y al tiempo al sentir la presencia de un objeto tan denso. El espacio en la vecindad de este objeto experimentaría una deformación que hace que incluso la propia la luz se desvíe, tanto que el agujero es capaz de no dejarla escapar. Su velocidad de 300 mil kilómetros por segundo no le basta para huir del poder atractor del agujero. Justo eso es lo que se  vuelve a confirmar con la imagen que ahora invade los periódicos, agencias de noticias y redes sociales en todo el mundo.

Para poder visualizar un agujero negro, se requiere una colaboración con varios radiotelescopios en diferentes lugares del mundo, y combinar sus observaciones con una técnica llamada interferometría, de forma que sea equivalente a observar con un telescopio del tamaño de la Tierra. Solo así es posible ver este agujero negro que se encuentra tan lejos, que desde nuestro planeta se ve tan pequeño como una naranja en la superficie de la Luna.

Mas de 200 científicos de 40 países hacen parte de esta colaboración denominada “Event Horizon Telescope”. Su nombre proviene del horizonte de eventos, el límite físico que separa la zona en donde la materia y la energía ya no pueden escapar y son tragadas por el agujero. Esta colaboración, gracias a 8 telescopios y un trabajo de dos años, pudo espiar el agujero negro que habita la galaxia M87, y registrar la luz que puede escapar de los límites del agujero. Lo que se observa en la imagen del agujero denominado M87* es literalmente la materia al borde del abismo, la luz emitida que esta cerca de la orilla y puede escapar de la acción succionadora del agujero. Esa luz tardó 55 millones de años en llegar a nuestros telescopios, es decir que salió de M87 cuando en la Tierra apenas se estaban formando las grandes cadenas de cordilleras, como el Himalaya. Gracias a la observación de la estructura de la region brillante alrededor del agujero, y a la comparación con simulaciones producto de las ecuaciones teóricas, se puede estimar que M87* tiene una masa de 6500 millones de veces la de nuestro Sol, un verdadero monstruo cósmico con un tamaño comparable al de nuestro Sistema Solar.

Se piensa que los agujeros negros super masivos, como se les denomina técnicamente, ocupan el centro de las galaxias. El de nuestra galaxia la Vía Láctea,  se denomina Sagitario A* y tendría una masa mucho menor, de unos pocos millones de veces la masa del Sol. Nuestro agujero super masivo sigue siendo esquivo, y su observación se complica debido a la gran cantidad de polvo que hay en la dirección en que lo observamos desde la Tierra, lo cual introduce una enorme dispersión de la luz; pero seguramente obtener una buena imagen de el gracias a estas novedosas técnicas será cuestión de tiempo.

Lo que estamos viviendo hoy por hoy es un gran triunfo del conocimiento, y un paso más en nuestro entendimiento del universo en el que vivimos.