Publicado en Revista Persea.
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Una reconocida clínica de fertilidad me había citado para la semana siguiente. Me pidieron que no consumiera alcohol durante esa semana y que guardara 5 días de abstinencia sexual antes de acudir. Iba a donar semen.
Ellos querían espermatozoides y yo dinero. Prometían 500 € a cambio de una muestra de semen semanal durante 6 meses. Tenía 28 años, era estudiante de doctorado precario becario, no era fumador, tampoco bebedor, sin historias de enfermedades de transmisión sexual y con pareja estable desde hacía varios años. Era un buen candidato.
Así que fui a la cita. Temblando, pero fui. Las instrucciones para recoger la muestra fueron numerosas. Límpiate primero así, haz esto después, procura no tocar esta parte, ten cuidado de abrirlo así, no roces esto. No fue fácil, pero logré mi cometido. Entregué mi muestra y me fui bastante más relajado.
Sin embargo, no pude convertirme en donante porque mi semen no superó el control de calidad. A la semana siguiente de dejar la muestra, una persona me llamó para decirme que el conteo de espermatozoides era más bajo de lo que ellos requerían. Ellos contaron 22 millones de espermatozoides en cada mililitro de mi semen y requerían el doble de ese cantidad. Incluso, dijo que probablemente tendría problemas si quería tener hijos en el futuro. Lo que ellos no sabían es que ese semen «no apto para donación» había funcionado bastante bien y me había convertido ya en papá.
Infertilidad masculina
Muchos hombres no tienen mi misma suerte. La infertilidad masculina afecta cerca de la mitad de las parejas que no pueden concebir un hijo. Problemas físicos en los testículos, bloqueos de los conductos que transportan el semen o problemas hormonales, son las causas más comunes. Se estima, además, que la causa de la mitad de los casos de infertilidad masculina no puede determinarse.
Y el escenario ha empeorado. En los últimos 40 años, el conteo de espermatozoides ha descendido hasta 50 % en algunos países y se piensa que esta tendencia pudiera ser mundial. De seguir esto, podemos fácil imaginar una epidemia mundial de infertilidad masculina, al mejor estilo de Children of men (peliculón, por cierto).

Una de las hipótesis que se han postulado ha sido que el estilo de vida esté perjudicando la producción de espermatozoides. Alcohol, tabaco, dieta insana y contaminantes ambientales serían en parte responsable. Pero también nuestros sofás y escritorios.
El sedentarismo ha sido asociado con muchas condiciones médicas y es considerado como un gran problema de salud pública. Una persona es sedentaria cuando gasta menos del 10 % de su energía diaria en llevar a cabo alguna actividad física. Ver demasiada TV, trabajar en la computadora la mayor parte del día y evitar cualquier forma de ejercicio o actividad física son características típicas de una persona sedentaria. Yo estoy pintado aquí.
El sedentarismo ocasiona obesidad y enfermedades cardiovasculares, pero ¿afecta negativamente también la calidad del semen? Esta fue la pregunta que motivó a un grupo de científicos encabezados por Paula Lalinde Acevedo, de la Universidad de Antioquia (Colombia) a llevar el siguiente experimento.
La actividad física mejora la calidad del semen
Reclutaron a 32 hombres sanos en edad reproductiva (27 años), sin enfermedades testiculares, con un índice de masa corporal de 23 kg/m2, de la misma altura (1.73 m). Diecisiete de ellos eran físicamente activos (practicaban spinning, ciclismo, calistenia, levantamiento de pesas, baile, running, artes marciales, fútbol o natación, desde hacía más de un año), y los otros 15 eran unas morsas, como yo.
Las muestras de semen fueron colectadas luego de un período de abstención de 4 días. Realizaron análisis convencionales para determinar la calidad del semen y otras pruebas para determinar la funcionalidad de los espermatozoides.
El escurridizo esperma era un fiel reflejo de sus dueños. Los científicos antioqueños encontraron que la motilidad y el porcentaje de espermatozoides viables era significativamente mayor en el grupo de hombres físicamente activos. Por el contrario, notaron que la viscosidad y la aglutinación del semen de hombres sedentarios era mayor, así como el porcentaje de espermatozoides moribundos. Estos tres factores afectan negativamente la fertilidad masculina.
Los autores sugieren que la práctica de una actividad física vigorosa está relacionada significativamente con la mejora de los parámetros del semen. Ellos apuntan a que al estar sentados tanto tiempo, la temperatura de los testículos y la presión ejercida sobre ellos ocasiona un estrés oxidativo que interrumpe la correcta producción de espermatozoides. También apuntan a que el metabolismo de los hombres activos ayuda a contrarrestar el efecto de los radicales libres que produce el estrés oxidativo.
La modificación del estilo de vida podría mejorar los objetivos reproductivos de los hombres que buscan hijos. También se ha demostrado, en otros estudios, que el ejercicio constante influencia positivamente el perfil hormonal, la libido, el bienestar psicológico y la condición corporal en general, lo cual afecta a su vez el desempeño reproductivo de los hombres. No tenemos excusas para seguir «maltratando» a nuestros testículos y a nuestra salud.
Volviendo a mi historia, lo que yo no dije nunca en la clínica de fertilidad es que no pude guardar los 5 días de abstinencia sexual. Siempre me quedará la duda de si el bajo conteo de espermatozoides fue debido a mi sedentarismo o fue debido a haber hecho el amor en los días previos. O a ambas cosas. En cualquier caso, este trabajo colombiano es un estímulo más para que todos nosotros, pero sobre todo los hombres que buscan tener hijos, nos levantemos de los escritorios y de los sofás para alejarnos de la vida sedentaria por nuestra salud y apuntemos nuestro semen al fitness.
Para saber más
Lalinde-Acevedo, P. et al. (2017) Physically active men show better semen parameters than their sedentary counterparts. International Journal of Fertility and Sterility, 11(3), 156-165.