Publicado en Café Científico.
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Apenas hace un par de días estábamos festejando el cumpleaños Lucy, el ejemplar de Australopitecus Afarensis de 3.2 millones de años de edad, que fue descubierto hace 41 años enEtiopía, al mismo tiempo que recordábamos los 156 años de la publicación del “Origen de las Especies” de Charles Darwin, cuando un día después teníamos otro acontecimiento científico que celebrar.
Einstein en 1921 (Imagen tomada de Wikipedia: «Einstein 1921 by F Schmutzer – restoration» by Ferdinand Schmutzer)
Ayer 25 de noviembre, se cumplieron 100 años de otra publicación muy importante: en la revista de la Academia Prusiana de Ciencias de Berlín, en 1915 se publicó un artículo con el título “Erklärung der Perihelbewegung des Merkur der allgemeinen Relativitätstheorie”, que presentaba el resumen de una conferencia sobre la “Explicación del movimiento de perihelio de Mercurio a partir de la Teoría de la Relatividad”, que había dado nada más ni nada menos que Albert Einstein apenas una semana antes frente a esa academia y en el que presentaba una parte de su Teoría de la Relatividad. Además ese mismo 25 de noviembre, envió un artículo más con el título “Die Feldgleichungen der Gravitation”, en el que presentaba las “Ecuaciones de campo de la gravitación”, una parte central en el desarrollo de su Teoría de la Relatividad General. (Esos y otros papers originales de Einstein pueden consultarse, en esta página mantenida por laUniversidad de Princeton, en donde Einstein fue profesor)
La Relatividad General era una continuación de la Relatividad Especial, que Einstein había presentado 10 años antes, en la que planteaba que tiempo era una dimensión más, sumada al espacio y que la velocidad de un observador modifica su percepción de estas dimensiones, y que la velocidad de la luz debía ser una constante física universal. Con la ampliación de la Relatividad General, Einstein planteó que la cantidad de materia, o masa de un objeto, no sólo tenía que ver con la atracción gravitatoria que ejercía sobre otros, sino que si un objeto tenía suficiente masa, su gravedad haría que alrededor de él se curvaran las dimensiones del espacio y el tiempo, de forma más o menos análoga a lo que sucede si en un pañuelo estirado por sus cuatro esquinas (que representara el espacio-tiempo), dejáramos caer una canica pesada: el pañuelo cedería al peso de la canica, curvándose.
Estas revolucionarias ideas de Einstein, tanto lo hicieron famoso, como le trajeron también detractores -como le sucedió en su momento a Darwin-, pero sobre todo cambiaron la forma de entender y estudiar el Universo y siguen influyendo incluso en nuestra vida diaria, aunque poco lo notemos: en los Sistemas de Posicionamiento Global, GPS, se deben utilizar las ecuaciones planteadas por Einstein en su Teoría de la Relatividad, pues existe una dilatación gravitatoria del tiempo ocasionada por la masa de nuestro planeta, que debe tomarse en cuenta para conseguir una adecuada localización en la Tierra a partir de los satélites utilizados para eso. Así que la próxima vez que estén perdidos o no encuentren como llegar a su cafetería favorita y recurran a su teléfono inteligente para que los ayude, recuerden agradecerle a Einstein.
Einstein y yo, el miércoles pasado en el Parque México de la Colonia Condesa. Por cierto llegué ahí gracias al GPS de mi teléfono.
